La identidad de José Luis Maulín Pratto fue esclarecida en 2009, pero aún sigue exigiendo a la Justicia de Santa Fe que le restituya su verdadera filiación. Sus padres fueron secuestrados en 1976 y aún viven. Abuelas decidió presentarlo como un caso de nieto recuperado como un acto de reparación histórica.
Por Emanuel Matinhos |
En una conferencia de prensa que se realizó en la sede de su organización, Abuelas de Plaza de Mayo presentó ayer al nieto recuperado número 120 José Luis Maulín Pratto como un nuevo caso de restitución de identidad, a pesar de que la Justicia Federal de Santa Fe aún no le ha devuelto su verdadera filiación, esclarecida en el año 2009.
Junto a Estela de Carlotto y sus hermanos Walter y Gisela, José Luis contó su historia y relató la lucha que lleva adelante por distintos medios para que se reconozca su verdadera identidad.
La historia
Rubén Maulín, padre de José y militante del PRT, fue secuestrado en octubre de 1976 en Reconquista, provincia de Santa Fe, por una patota de la III Brigada Aérea de ésa ciudad, personal militar y policías. En el operativo también se llevaron a la madre de Rubén, Ana Elena Schoesting, y otros familiares. Unas semanas más tarde también fue secuestrada su madre Luisa, que se encontraba embarazada.
Luisa fue torturada y violada en reiteradas ocasiones. Cuando dio a luz en un sanatorio privado local fue registrada con el nombre de la apropiadora de su hijo, Cecilia Góngora de Sergretín, dejando en evidencia la premeditación del delito.
El bebé fue entregado al matrimonio conformado por José Ángel Segretín y Cecilia Góngora, quienes mantenían vínculos familiares con la Fuerza Aérea. El acta de nacimiento fue fraguada, firmada la doctora Elsa Nasatsky de Martino.
Rubén continuó detenido como preso político y, tras el parto, Luisa siguió siendo visitada por la misma patota policial que había secuestrado a su marido y hermanos, que la sometía a torturas y abusos sexuales.
La abuela de José Luis, Ana Elena, se ocupó de los niños y acompañó a Luisa en el reclamo por su marido y su hijo robado. Cuando Rubén Maulín recuperó su libertad, en 1982, ambos se presentaron ante la justicia para reclamar por el niño pero no obtuvieron respuesta y les dijeron que no podían hacer nada.
La búsqueda
Rubén y Luisa buscaron desesperadamente a su hijo sin obtener datos precisos hasta que a fines de los ‘80 una vecina de la pareja trajo el dato del lugar donde estaba viviendo.
Decidieron ir a reclamar por él pero la falta de documentación y las amenazas de los apropiadores impidieron el encuentro. A principios de los ‘90, Gisela, la hermana mayor de José Luis escuchó que en su escuela había un niño con el apellido Segretín y se acercó a hablarle, pero el encuentro no prosperó y Cecilia Góngora amenazó a Gisela para obstaculizar la búsqueda.
José Luis en ese entonces ya sabía que no era hijo de la mujer que lo había criado, pero los relatos variaban según las circunstancias y conveniencia. Él desde temprana edad tenía dudas de su identidad, por las diferencias físicas y porque tenía una hermana mayor adoptada.
En 2008, Luisa y su hermana Griselda hicieron otra declaración ante la justicia, contando nuevamente lo que habían padecido durante el terrorismo de Estado. Después de años de impunidad fue la primera vez que la justicia santafesina aceptó investigar su caso. Para ese momento, ya hacía dos años que muchas víctimas del terrorismo de Estado en la región habían comenzado a dar testimonio en la “Causa Base Aérea”. Luisa dio una nota en una radio de la ciudad y su historia llegó a conocimiento de José, quien se sintió motivado a averiguar sobre su identidad.
El encuentro
En enero de 2009, José Luis tomó coraje y llamó a Luisa para contarle que, según las descripciones que ella había dado en la radio, él podría ser su hijo. Se encontraron por primera vez en febrero y en abril se presentó a la justicia para reclamar por su identidad. José Luis, Rubén Maulín y Luisa Pratto viajaron a Buenos Aires y realizaron el estudio en el Banco Nacional de Datos Genéticos para confirmar su vínculo: era el hijo que durante 32 años habían buscado.
José Luis dice que recuperó a su familia y su familia lo recuperó a él; desde 2009 mantiene una relación estrecha que se fortalece día tras día.
El juicio por su identidad
La semana pasada comenzó en Santa Fe el juicio por la apropiación de José Luis, en el que están imputadas la apropiadora Cecilia Góngora, y la médica que atendió el parto y firmó el certificado de nacimiento. También estaba acusado el jefe de la Base de la III Brigada Aérea de Reconquista, Danilo Sambuelli, fallecido a fines de 2014.
En 2013, Sambuelli ya había sido condenado a 21 años de prisión por los secuestros y torturas a 39 militantes, entre ellos Rubén Maulín, y por la “violación agravada reiterada” de Griselda Pratto –la tía de José–, en un juicio histórico porque fue el primero en la provincia que juzgó la violencia sexual en centros clandestinos como delitos de lesa humanidad.
El propio José Luis se acercó el mes pasado hasta el Tribunal Oral de Santa Fe y dejó una carta para que el juicio se realice lo antes posible. “Soy José Luis Maulín, pero estoy obligado aún a nombrarme como José Luis Segretín”, escribió en la primera línea. Y en una carilla les contó a los jueces “la congoja y la desdicha de portar una identidad que no es la propia”, y ser víctima de “un delito que se cometió hace 38 años, pero que se repite cada día”, con él y con sus hijos que actualmente tienen 12 y 16 años.
El caso de José Luis no se registraba entre las denuncias de niños desaparecidos en Abuelas de Plaza de Mayo ni en los nuevos casos que, gracias a las investigaciones de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), se van incorporando al Banco.
Sin embargo, se trata de otro caso de sustracción, ocultación y falsificación de identidad de un bebé en el marco del terrorismo de Estado.
Luego de conocer en profundidad su historia y los padecimientos de sus padres por recuperarlo, la Asociación decidió incorporar su caso al listado de nietos restituidos como un acto de reparación y verdad histórica.
*Nota basada en la crónica de Abuelas sobre el caso.

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