
Por Nicolás Barrios |
El primer round en la provincia más importante del país arrojó una serie de certezas que merecen ser reparadas de cara a octubre. La polarización entre el kirchnerismo y Cambiemos, a dos años del 2015, parece estar en una escalera sin fin. El oficialismo tiró a la cancha a Vidal para intentar salvar la elección, pero tuvo que manipular el conteo para montar su propio show y no mostrar ganadora a CFK.
En este sentido, el conteo de votos y la publicación de datos significó un verdadero bochorno electoral. El sistema, por orden del Ministerio del Interior, paró la carga de datos en horas de la madrugada con Cristina Kirchner a medio punto de Esteban Bullrich.
Según se supo, restan contabilizarse más de 450.000 votos: 1500 mesas, 1000 de ellas en el Conurbano bonaerense y en lugares claves como La Matanza , Ensenada o Avellaneda, lugares fuertes de Unidad Ciudadana, que en definitiva catapultarán la victoria de Cristina Kirchner.
No fue inocente, ni mucho menos, el modo en que se fueron conociendo los primeros datos: relevar territorios favorables a Cambiemos, dejar arriba a Bullrich cuando promediaba la noche para que la tapa de los diarios de hoy y los noticieros reflejaran una “pseudo-victoria” de Cambiemos, significó una estrategia diagramada desde la Rosada, puesta en función por los grandes medios: festejaron, gozaron, dedicaron una victoria que no es tal.
Son esos mismos medios que recibieron con los brazos abiertos a una María Eugenia Vidal que la última semana se cargó sobre sus hombros la campaña de Cambiemos. La gobernadora una vez más fue clave, como en el 2015, para revivir las chances electorales del macrismo. Un verdadero ancho de espadas para la derecha neoliberal.
Por parte de Cristina Kirchner, hay un concepto muy instalado de derrota que no así: si se observan las encuestas hay un rango que oscila entre el 30 y el 37%, por lo que un 34 termina de promediar un número razonable.
No es claramente lo avasallante de los más optimistas, pero si un número terrenal. Escenario favorable, si se considera que la oposición hubiese elegido que CFK viera las elecciones desde una celda y no compitiendo con una fuerza nueva, con la renovación de haberse desligado la oxidada estructura del Justicialismo.
Lo que si fue sorpresa fue la pobre performance de Massa y Stolbizer al frente de la alianza 1País. Un recorrido en campaña que comenzó con mucha fuerza, pero como le viene ocurriendo al tigrense, se desinfla. Salir tercero, a 18 puntos del segundo, es un resultado no esperado. “No pudimos romper la polarización”, admitieron fuentes cercanas al massismo.
Párrafo aparte para lo hecho por Florencio Randazzo en estas PASO. “Es un camino que recién comienza”, intentó convencerse en dialogo con los medios su jefe de campaña, Alberto Fernández. Con una imagen devaluada, tras la desilusión electoral, habrá que ver si hay fuga de votantes y para donde van. Una verdadera lágrima.
Como ocurre en el 95% de las elecciones, las legislativas de octubre la definirán los indecisos. Los que Vidal y su orquesta comandada por Durán Barba, pudieron captar en los últimos días para evitar una catástrofe. A esta hora se habla de empate técnico, pero la verdad estará en el escrutinio definitivo, que a partir de mañana comenzará a realizar la Junta Electoral, perteneciente al poder judicial.

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