01 diciembre, 2023

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Edgardo Esteban | Malvinas, más allá de la guerra

Edgardo Esteban | Malvinas, más allá de la guerra

De Haedo a Malvinas. A 37 años de la guerra, charla con el excombatiente, periodista, escritor y guionista, Edgardo Esteban (56), el hombre que prefiere debatir política, economía, soberanía alimentaria y recursos energéticos en torno a las Islas. El peso de denuncias las violaciones a los Derechos Humanos durante la guerra y como después del horror elige la vida por sobre todas las cosas.

(Por @_FrancoNB y @zuranog)

¿Qué mirada tiene sobre la postura del gobierno en la causa Malvinas?

Vivimos un tiempo donde se está falkanizando, es decir, el Estado argentino otorgó todas las herramientas para que el imperio británico avance de una forma feroz. Hay un relax, se está permitiendo a que se avance sobre lo que se había construido durante mucho tiempo, porque la causa Malvinas no es tema de un Gobierno, sino es cuestión de Estado. Si en Argentina hay temas que generan grietas, algo que nos une es Malvinas.

¿Por qué cree que se tomó este camino?

Básicamente porque el gobierno de Macri adoptó las mismas políticas neoliberales que en los años 90. Una situación de colonialismo para estar bien con la City londinense, mientras esperan esos créditos e inversiones que nunca llegaron ni van a llegar.

Es contradictorio porque también hay gran poderío económico en esa zona

Malvinas no son dos islitas, sino de 3 millones 900 mil kilómetros cuadrados de reserva alimentaria, de recursos naturales y energéticos. Es investigación científica, petróleo y la mayor reserva de agua dulce del planeta. Desde 1983 al 2015, la Corona recaudó 150 mil millones de dólares, ¿Cuántos hospitales, cuántas escuelas, cuanto trabajo nos hubiese dado? Ellos trabajan a futuro mientras nosotros queremos tener buenas relaciones y ser condescendientes con el Imperio, lejos de una posición de soberanía como corresponde a una política de Estado.

Si remontamos hacia 1983, ¿qué recuerdos tiene del 2 de abril?, ¿cómo se sobrelleva?

Me moviliza mucho, como todos los años. Trato de aferrarme mucho a mi familia, mis afectos, mi trabajo, mis amigos. Siempre recuerdo que el 2 de abril estaba en mi casa esperando la baja con mi mamá que me decía ‘cuantas madres de soldados estarán yendo a la Plaza de Mayo colgarlo a Galtieri, no tiene idea lo que es una guerra´.

¿Y después de la guerra, la vuelta al continente?

Fue traumático, no hubo contención. Quisieron silenciarnos, nos amenazaban que si hablábamos éramos traidores a la patria. Hay un tema también del olvido con los soldados, los militares quisieron escondernos.

El impacto de la derrota en la guerra llevó a la transición hacia la democracia. En ese proceso había otras prioridades: derechos humanos, economía. Estaba todo lo que era acomodarse de la dictadura. Ahí Malvinas pasó a ser una cuestión que la misma sociedad tomó como parte de esa frustración.


En 1993, Estaban decidió ir un paso más allá y reflejar sus vivencias en la guerra con el libro “Iluminados por el fuego: confesiones de un soldado que combatió en Malvinas”. A partir de ahí pasó a convertirse en un “traidor”. Hace 25 años tampoco nadie hablaba de las torturas a soldados, otro tema que no calló.

“Me tildaron de traidor porqué empecé a contar la pata que faltaba de Malvinas: el estrés postraumático, los suicidios, el estaqueo, los errores que estaban el Informe Rattenbach que los propios militares quisieron esconder.  Después, la primera vez que hable de las violaciones a los Derechos Humanos en Malvinas fue en el 92 en un debate en Canal 7 con quien era el gobernador de las islas Mario Menéndez”.

Tiempo después, en 2006, esa historia llegó al cine, en la recordada película protagonizada por Gastón Pauls. “Cuando empezamos a trabajar en la película, ni (Tristán) Bauer me creía que estaqueaban soldados. En el 2008 tuve una bomba en mi casa, en Radio 10 se decía que tenían que clavarme una bayoneta en el pecho y tirarme en la hoguera.


¿Cómo fue que después de la guerra abrazó el oficio del periodismo?

Volví al continente en el Camberra, la gran prensa decía que lo habían hundido. Antes de Malvinas yo quería ser agrimensor, pero a poco de volver ya sabía que iba a ser periodista. Empecé a trabajar el 30 de octubre del 83 con la victoria de Alfonsín en la radio de mis sueños que era Del Plata. Hoy (NdeR: trabaja en la señal Telesur) vivo el día a día, me quedo sin trabajo y no sé qué hacer. Tengo convicciones y colegas que me dignifican. No creo en las hipocresías, no tengo casa en Punta del Este, ni barco como muchos. Podría jubilarme como excombatiente, pero quiero hacerlo como periodista.

Lleva además una activa tarea como militante

Si, nuestro grupo GPS (Grupo por la Soberanía) está conformado por excombatientes, compañeros, compañeras, familiares y jóvenes que queremos construir un relato hacia afuera de la sociedad. Poder debatir política, recursos naturales, medio ambiente, integración regional, soberanía territorial, educativa, cultural, económica. Todo lo que se está regalando y vemos que se está desintegrando día a día con este Gobierno.

¿Cuál considera es la vía más apropiada para recuperar la soberanía sobre las Islas?

Yo quiero recuperar las Islas Malvinas, lo que no creo es que deba hacerse con un manotazo de ahogado, como intentó hacerlo la dictadura. No por eso reniego de la causa, sino que hay formas, hay caminos, para mí el más importante es discutir Malvinas a través de los foros internacionales, a través de la paz: el Grupo de los 77 más China, la UNASUR, la CELAC. Vivimos una época donde escuchabas a jefes de estado como Luiz Inacio Lula da Silva o Evo Morales hablar de Malvinas como si fuera propio, porque es territorio latinoamericano.

Y en ese objetivo, ¿cómo ve plantada a nuestra sociedad?

Creo que vivimos en un país injusto, demasiado violento. Tenemos un crisol de razas pero hay una exacerbación al odio. Gana el odio, se pelea por el odio, no por una cuestión de ver cómo nos complementamos, como convivimos. Y en el tema Malvinas, que es tan duro y doloroso, uno trata de apostar por la vida. Es más, cuando me muera, si tuviera que poner una lápida, tiene que decir “por la vida”.

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Nota publicada en la edición N°2 de El Cactus – Noticias del Oeste en su versión papel, que podés conseguir en los siguientes punto de distribución gratuitos.

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