
Por Hugo Elías |
El 17 de octubre comenzó a cambiar la situación nacional. Las fuerzas sociales, económicas y sus representaciones políticas son las mismas pero la escena se ha modificado.
Desde ese 17, pasando por el 27 de Néstor, el 17/11 del día de la militancia, del aporte de los multimillonarios por Ley, de la Ley de fuego, la Ley Yolanda y para coronar la jornada el ingreso del proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo, en un mes cambió el escenario.
Si le sumamos la certeza de las vacunas para empezar a dominar la pandemia, la esperanza de la inmensa mayoría de los argentinos hundió, aún mas, en la nada a los anticuarentena.
La combinación de la agenda parlamentaria, las enormes movilizaciones de apoyo al gobierno popular, marcadas por las cartas de Cristina y de los senadores. Son posiciones de un gobierno que convoca, pero no deja de gobernar y de un país que se sabe soberano y no tolera la rapacidad local e internacional que representa el “yo no fui” del FMI.
Como se dice en el barrio, Alberto ocupó el centro de la cancha, distribuye el juego y los contrarios no encuentran ni la pelota ni como defenderse sin patearse en contra.
El simbolismo estridente del triunfo del aporte de los súper ricos acompañado por las movilizaciones callejeras desde los sindicatos hasta las dignas mujeres verdes son imagen de los nuevos tiempos.
Los gestos desencajados con argumentos incomprensibles como que vamos al fascismo, que 300000 millones de pesos no es nada, que se iban a crear mas pobres por la desinversión porque los millonarios se mudarán al Paraguay y tantas estupideces que uno se reiría si no fueran aquellos que nos hicieron bolsa el país.
Sólo mirando hacia atrás, empezando por nuestros errores, se puede entender como estos tipos pudieron gobernarnos. Tienen a favor la propiedad de los grandes medios comunicacionales, la banca privada, la riqueza empresarial agraria e industrial y gran parte de nuestro corrupto poder judicial. Todo ello en orden al crecimiento permanente de sus riquezas, mas allá de la consecuente reproducción de la pobreza y la miseria popular. Al mismo tiempo desarrollan una tarea de captación y deformación cultural endiosando el individualismo donde el pobre justifica su pobreza como una ley inexorable.
No tienen todo, pero tienen mucho, no es fácil esta disputa, logran que todo un partido con un 38% de votos defienda los intereses del 0,02%.
Pero ahora empezaron a darse cuenta que perdieron, las elecciones, la calle y el discurso político que es defendido por los verdaderos dueños del poder económico y mediático.
Ese darse cuenta los vuelve mas agresivos, se muestran tal cual son, desprecian a los docentes como la ministra de Educación Acuña, dicen que tener 200 millones es un poco mas que la media, o que gravar las grandes fortunas va en contra de la productividad al gobierno que durante 6 meses les dio los ATP para pagar los sueldos, ni qué hablar de la gran mentira hipócrita de la gran presión impositiva argentina de los grandes evasores, lavadores y fugadores del mundo. Muestran la hilacha de una oligarquía prebendaria, acostumbrada al robo legal a un estado bobo.
Repito, no es fácil, venimos del fondo de la picada, tenemos que levantarnos todos juntos. Tenemos los mejores hombres y mujeres, los mas luchadores, los mas inteligentes y las chicas y chicos formados en la solidaridad. Pero tenemos muchos heridos y lastimados por la miseria, la falta de un trabajo, la soledad de la ignorancia, del abandono social.
Esta recuperación de nuestros hermanos es lo urgente, pero generar trabajo, construir barrios populares, urbanizar terrenos fiscales al mismo tiempo que garantizar educación, salud, alimentación para la familia no es rápido. Todo eso es parte de un proyecto político que tiene como centro la recuperación de la dignidad de las grandes mayorías populares. Se trata de millones de marginados y otros millones de trabajadores que hoy no saben si mañana estarán ocupados.
Este es el centro del proyecto, no hay desvío posible, toda medida de gobierno es buena si se ordena hacia la mejora de las vidas de los últimos como dice el presidente.
Se trata de generar trabajo abandonando paulatinamente las ayudas sociales, los llamados “planes”, recuperar la capacidad estatal de direccionar la economía nacional hacia la producción con una fuerte recaudación producto de la necesaria reforma impositiva que abandone la regresividad.
Todo en medio del combate a la pandemia se hace mas difícil, por eso es preciso cuidar y cuidarnos, centrarnos en la solidaridad y no escuchar el odio de los provocadores.
Para todo es necesario el poder político hoy alcanzado y que crezca al calor de las propuestas de crecimiento real, donde la comunidad trabajadora, estudiosa, solidaria, jubilados junto a los “informales” sean los principales beneficiarios del esfuerzo nacional.
Para ello es preciso el Estado como principal impulsor de las transformaciones no sólo económicas sino en todos los aspectos de la realización humana.
De eso se trata, no es poco, es difícil porque el enemigo es fuerte, pero si estamos levantando cabeza repitamos la fórmula.
Unidad política popular, apertura hacia las nuevas expresiones económicas, artísticas, de género, un gobierno que marque la cancha siempre mirando hacia la militancia que copa las calles cuando intuye los momentos definitorios para cuidar y agrandar el poder popular, el de la calle y el de las instituciones.
La calle y el palacio siempre deben ser nuestros, tenemos los votos y también la lucha.

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