
Por Hugo Elías |
Es imposible comenzar la columna de hoy sin referirse al lamentable episodio protagonizado por el periodista Horacio Verbitsky y su “amigo” el ministro de Salud Ginés González García.
La vacunación privilegiada a los amigos del poder, aunque sean pocos, es una conducta deleznable cuando hay una población ansiosa, respetando su turno para vacunarse contra el Covid 19.
Que el ministro habilite instalaciones del ministerio para vacunar sin turno a algunos acomodados es indefendible, aún cuando la tarea ministerial haya sido intachable hasta ayer.
La campaña de vacunación continúa.
La reacción presidencial de pedirle la renuncia de inmediato y su reemplazo por Carla Vizzotti dice dos cosas, una: no permitiremos la manipulación del bien mas preciado hoy para la vida “Con la vacuna no se jode” dijo Alberto y dos: la campaña es exitosa, aún con los límites logísticos de distribución desde los laboratorios fabricantes presentes a escala mundial. La campaña continúa de acuerdo al plan trazado y ahora contando con 2 millones de dosis o más, antes de que termine Febrero.
Hay millones de argentinos esperando vacunarse confiando en la seriedad del Gobierno. Este hecho debilita esa confianza y sólo se restablecerá con la persistente acción proactiva de vacunar, estando junto al personal de salud, a los municipios, a los docentes y facilitar el acceso prolijo, ordenado a los vacunatorios, como hasta ahora.
Ejemplo: la provincia de Buenos Aires. Ejemplo contrario: la ciudad de Buenos Aires donde los mayores no pueden vacunarse porque la página oficial se cayó a los 10 minutos.
Una digresión personal: buscar acomodarse para recibir antes la vacuna y colarse en esta pandemia mortal es inmoral, propagandizar la no vacunación, desacreditar la vacuna Sputnik V o la que sea, buscando la no vacunación de la población como algunos vienen haciendo desde el 20 de marzo de 2020, aún negando la existencia del virus, desde facciones políticas derechistas y medios de comunicación también derechistas, es inmoral, pero también criminal, porque su prédica se dirige a la posible muerte del que les cree.
No defiendo la inmoralidad, pero la criminalidad es peor a todas luces.
Aclarada esta cuestión con la tranquilidad de la continuación de la vacunación es tiempo de saber que es nuestro Estado, a través de su sistema sanitario, el que viene resolviendo la lucha antipandémica. No vale la pena pensar que hubiera pasado si hoy continuaría el macrismo al frente del gobierno, sí sabemos que el gobierno del Frente de Todos debe recuperar el Estado, sus potencialidades, su direccionalidad hacia el bienestar de las grandes mayorías en todos los aspectos.
Recuperar el Estado
El sistema democrático, republicano y federal que asume la sociedad argentina no es ni estático ni cambiante. Cuenta con normas constitucionales y con leyes que a lo largo del tiempo se perfeccionan y ponen la historia constitucional de acuerdo a las necesidades de la sociedad en su conjunto.
Quién asume la custodia de las reglas es el Estado que si bien tiene una estructura permanente, su recorrido depende de los representantes populares que detentan los gobiernos, nacional, provinciales y municipales y al mismo tiempo en las cámaras legislativas de diputados y senadores nacionales y en las distintas provincias y municipios, concejos deliberantes en este último caso.
Ese “aparato estatal” tiene algunas permanencias como la educación pública, la salud pública, las FFAA, las policías, las distintas agencias recaudadoras de impuestos, la construcción y el mantenimiento vial, el desarrollo de las comunicaciones, los distintos entes promotores, y validación de desarrollos como el INTI, el INTA, la hoy tan famosa ANMAT, los desarrollo ´y construcción en energía atómica, fluvial, eólica, eléctrica, las innovaciones satelitales con sondas espaciales que informan las distintas circunstancias climáticas en el planeta y ordenan tanto los cultivos como las emergencias, la pavimentación de las ciudades, el transporte ferroviario, aéreo y fluvial, la remuneración y atención a nuestros adultos, jubilaciones y pensiones.
Sería para un libro de expertos la enumeración de tareas y desarrollos estatales en nuestro país, sin los cuales no existiríamos como sociedad organizada.
Los que acusan de estatismo a los que quieren poner los resortes estatales al servicio de las mayorías son los que se han enriquecido a lo largo de los años usufructuando las inversiones, las empresas, los desarrollos económicos industriales, en infraestrucra, energía, transporte, del Estado.
A pocos días de la muerte del ex presidente Menem hemos recordado el enorme desguace del Estado por unos bonos casi sin valor de grandes empresas como Somisa, la mayor acería del país, hoy en manos de los reyes del antiestatismo Techint de la familia Rocca. El gran negocio de privatizar los aportes jubilatorios en las AFJP para no pagar jubilaciones y que los grandes bancos dueños de esas compañías hagan uno de sus negocios mas brillantes de la historia.
La electricidad, el gas, la telefonía, los peajes de rutas hechas por vialidad nacional, y tantos otros desarrollos estatales que fueron a parar a manos privadas profundizando el proyecto neoliberal de la dictadura militar y Martínez de Hoz.
En ese marco creció, al calor de la suba de los precios en el mundo de las cosechas y las carnes, la exportación agroganadera con ganancias nunca vistas. Esto provocó la venta de campos, concentrándose en grandes terratenientes y al mismo tiempo la comercialización en unas diez grandes empresas mundiales como Bunge, Cargill, Cofco, AGD y porqué no Vicentin …
Esta irrespetuosa síntesis del poder económico concentrado requiere la presencia del Grupo Clarín como pope de los medios y de las comunicaciones, otros del mismo rubro, como de los bancos nacionales y extranjeros grandes ganadores con la deuda externa que pagamos todos, y los concesionarios de la energía eléctrica y gasífera que a lo largo y ancho del país.
El Estado debe regular
Pero de lo que se trata es que hoy estamos en un país rico con una población del 40% en la pobreza y con un gobierno que recibió las ruinas de un país endeudado por los ladrones chetos de Juntos x el Cambio en el medio de la peor pandemia en 100 años.
El gobierno tiene la urgente tarea de combatir el Covid con las vacunas que supo conseguir como pocos países. Luego ayudar a parar la olla a las familias y desarrollar la economía para que el empleo crezca, la vivienda, la educación y todo lo que este pueblo merece. ¿Quién lo garantiza sino el Estado? Por supuesto gobernado por un proyecto como el actual que dice “primero los últimos”.
Bajar los precios de los alimentos, de las tarifas , subir los salarios y las jubilaciones, alinearlos dijo una chica que ayer cumplió años y que de esto sabe.
Esto cuesta, que algunos aporten mas o ganen menos y que todos estemos mejor.
Hay mucho para conversar, retenciones móviles al agro, recaudación de la renta financiera modificando la ley del sector, recuperar para el estado los 40000 millones de dólares mas menos que se van en contrabando de cerealeras, petroleras, mineras y otros exportadores, profundizar el control de precios y el abastecimiento de la canasta familiar, tarifas segmentadas por grupo familiar y salarios, impulso de una Renta Básica Universal para cada ciudadano.
Todas son medidas de desarrollo progresista humano y económico en todas las áreas. Pero la avaricia nubla los pensamientos mas simples, los grandes formadores de riqueza en nuestro país tildan de estatismo a que le toquen un peso aunque a la vuelta de la rueda ese peso vuelva en mas industria, mas consumo, mejor vida para todos.
El gobierno de Fernández tiene vocación de diálogo con estos muchachos, pero guarda que no ven mas allá de sus contadores. Regular la avaricia y satisfacer las necesidades de los últimos es la tarea con diálogo o sin él.

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