
Por Hugo Elías |
En nuestro sistema democrático hay un desbalance actual entre los protagonistas del ejercicio del gobierno. La democracia es el gobierno del pueblo, desde la traducción griega, entendiendo como pueblo a las mayorías que eligen sus representantes para que manejen los asuntos del gobierno.
Nuestra historia muestra como esos representantes han sido fagocitados por una burocratización que los alejó de ese pueblo, y los acercó a poderes nacionales e internacionales que sólo buscaron sus beneficios explotando las fuerzas del pueblo trabajador.
La democracia eran sólo elecciones de elegidos que no respondían a sus votantes, no había mecanismos de participación popular, la fuerza del trabajo, creadora de la riqueza nacional no participaba del gobierno ni del destino nacional, solo votaba cada cuatro años. A eso los sociólogos lo llaman democracia formal.
La aparición del Peronismo hace realidad la democracia al integrar, al incorporar a la clase trabajadora al interior de los destinos del país, a través de sus organizaciones sindicales y de un nuevo armado político social reivindicativo no sólo en lo salarial, sino en lo educativo, en la salud, en la defensa del trabajador con los convenios colectivos, la libre sindicalización, la indemnización por despido, entre tantos. La democracia con los trabajadores decidiendo, con los trabajadores adentro, participando en el destino argentino. A esto los sociólogos lo llaman democracia real.
Los pregoneros de la formal no desaparecieron, boicotearon, reprimieron, engañaron hasta llegar a la mas sangrienta dictadura para hundir a los trabajadores, a sus organizaciones sindicales y políticas. Ni formal ni real, dictadura asesina.
La recuperación democrática fue de empate entre el pueblo y los sectores del poder económico que nunca dejaron de crecer. Concentrar lo resortes económicos a través de perfeccionar lo formal con la representación política derechista, el partido judicial encabezado por la mínima corte y su burocracia de jueces y fiscales macristas, estudios y consultoras millonarias nacionales e internacionales, financieras opulentas y la omnipresencia mediática creadora de sentido individualista combatiendo con la mentira los esfuerzos de los trabajadores y sus expresiones políticas encabezadas por el peronismo.
El empate desapareció, el pueblo trabajador está a punto de salir del ring, aún habiendo logrado el gobierno.
Hay una cercanía a la representación que se transforma cada vez mas en una cáscara democrática ante la prepotencia oligárquica de los formadores de precios, las maniobras financieras, el ataque a los líderes populares del partido judicial macrista, la meta es clara: derrotar hasta hacerlo desaparecer al peronismo y a sus organizaciones populares sindicales, barriales, religiosas y políticas.
Los trabajadores no entregan su participación en la democracia, lo demostraron con una manifestación multitudinaria el 17 de octubre con un programa nacional para una patria libre, justa y soberana.
Los metalúrgicos reafirmaron esa voluntad en Pilar con el lema “No hay solución gremial sin Solución política” con el claro protagonismo de la clase obrera asumiendo su rol político desafiando la prepotencia patronal a través del peronismo y reivindicando su pertenencia al kirchnerismo como lo mejor que tuvieron los trabajadores durante sus 12 años de gobierno, en expresiones del secretario Gral. de la UOM Abel Furlán.
La decisión de realizar la democracia con los trabajadores como protagonistas centrales fue retomada por Cristina Kirchner invitada de honor al plenario metalúrgico.
La vicepresidenta evidenció una fortaleza enorme ante el intento de matarla, incorporó a los destructores demócratas formales políticos, jueces, empresarios, la violencia como método eminentemente antidemocrático, oligárquico y antiobrero. Defendió su decisión de crear el Frente de Todos aún secundarizando su rol de gran electora, para derrotar la peor repetición que hubiera significado un gobierno macrista.
Planteó sinceramente la compleja situación económica que hoy Sergio Massa está reconduciendo positivamente la herencia gravosa que dejó Guzmán. Planteó una suma fija para los trabajadores sin que vaya a las paritarias ante el atraso de los salarios. Atraso que demostró en gráficos donde se nota el gran crecimiento productivo con una diferencia de enormes 25 puntos menos de la participación salarial.
El gobierno debe terciar en la puja distributiva insistió, no es una economía trasparente, los grandes empresarios falsean balances y pagan ganancias del 5% mientras los trabajadores que llegan a pagar ganancias les imponen el 35%.
El gobierno debe actuar repitió y los trabajadores son centrales en esta cuestión los dirigentes se deben involucrar porque sino “los trabajadores serán el pato de la boda”.
Recordó el 9 de diciembre de 2015 en la plaza, “éramos un pueblo alegre, era la alegría de que el sueldo alcanzaba, de que podíamos ir al trabajo, de saber que había futuro. Nos merecemos esa alegría los argentinos y argentinas”.
La mejor dirigente argentina sin dudas, no abusó de la trágica noche del 1 de setiembre donde casi la mata la violencia pagada por personas del poder afirmando la intención política de los sectores de la derecha macrista. Asumió su vocación democrática a ultranza con la incorporación de los trabajadores en los destinos argentinos, sin ellos no se puede.
“Después de algunas cosas no hay mejor lugar que estar junto a los trabajadores y trabajadoras”, así empezó su discurso, en el que dejó un mensaje de esperanza para el campo popular: “Voy a hacer lo que tenga que hacer para que nuestra sociedad pueda organizarse en un modelo de país que vuelva a recuperar la ilusión, la fuerza y la alegría”.

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