Por Emanuel Matinhos |
Por primera vez en 40 años se conmemoró un nuevo aniversario del Golpe con una derecha explícita al frente del Gobierno. La visita de Obama y el discurso oficial. Avances y retrocesos.
Decenas de miles de personas marcharon ayer a Plaza de Mayo bajo la consigna “Sin derechos no hay Democracia” en el marco del 40 aniversario de la última Dictadura cívico militar y en el Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia. Con fuertes críticas al presidente Macri, fue tal vez la movilización más numerosa que se recuerde un 24 de marzo.
Todos los aniversarios son distintos y el de ayer no fue una excepción. Más allá de la convención social de darle mayor relevancia a los terminados en cero o en cinco, el contexto político cambió y mucho.
Por primera vez en cuatro décadas desde el último golpe cívico-militar gobierna en la Argentina una derecha explícita atendida por sus propios dueños que representa sin intermediarios los intereses de las corporaciones económicas.
El presidente Mauricio Macri, quien supo decir que con él se iba a acabar “el curro de los Derechos Humanos”, recibió a su par estadounidense Barack Obama. El compromiso de desclasificar archivos y documentos militares de inteligencia sobre la Dictadura argentina lejos está de reconocer la propia responsabilidad de EEUU en el Terrorismo de Estado.
El Plan Cóndor que acabó con un proceso de gobiernos democráticos en el patio trasero e implantó dictaduras feroces promovidas y apoyadas por la potencia del norte no aparece ni por lejos en la jerga, como si no hubiera existido jamás.
El discurso oficial de Cambiemos, más refinado e inteligente, se reduce a una conmemoración vacía de contenido político donde hay víctimas pero no victimarios ni plan organizado, ni responsabilidades civiles.
En ese sentido, el avance de la Justicia sobre el brazo civil de la Dictadura, que no fue cómplice sino más bien artífice del Golpe, está más lejos hoy que hace un año, al menos desde la intencionalidad política.
La idea del gobierno de Macri es diluir la responsabilidad civil, porque hablar de eso es ponerle nombre y apellido a muchos empresarios a los que contiene y representa, incluido el propio holding Macri. Incluidos también los multimedios de comunicación ahora oficialistas Clarín y La Nación, cuyo discurso sigue impune para una enorme porción de la sociedad.
No hay en los últimos 12 años una marcha donde se haya exigido además la liberación de una presa política. Pocos días le bastaron al gobierno actual para poner tras las rejas a la militante social Milagro Sala. En eso también cambiamos.
Hablar de retroceso político es una tentación. Pero desde que el ex presidente Néstor Kirchner pidió perdón en nombre del Estado por haber callado los crímenes de la Dictadura, ningún mandatario que lo suceda podrá mirar para otro lado un 24 de marzo ni dar marcha atrás con el repudio y el consenso mayoritario y generalizado sobre la noche más oscura de nuestra historia.
La teoría de los dos demonios que tal vez le quedaría más cómoda a Macri y que fue ensayada por su cénit político en otra etapa, ya no cabe ni en un contexto de retroceso. Eso también es un triunfo.
La lucha de Abuelas, Madres y organismos sembró un reguero y penetró en las capas más profundas de la sociedad. ¿Es una lucha ganada? Si. Pero no tanto por haber alcanzado una meta o haber llegado a un lugar, sino más bien por la enseñanza y el legado: la única lucha que se pierde es la que se abandona. Y hoy, 40 años después, el pueblo no abandona.

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