Pese a transcurrir la primera semana de un año teñido por la cuestión electoral, el Gobierno no baja el ritmo y saca a relucir su matriz ideológica a niveles peligrosos: ajuste, flexibiliación laboral, exclusión y mano dura.
Por un lado, con el aval de empresas y algunos dirigentes sindicales como Antonio Caló de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Cambiemos avanza en un plan que incluye la reducción de las jornadas de trabajo de 8 a 6 o 4 horas en sectores en crisis, la promoción de un fondo de cese laboral en actividades temporales para sustituir la indemnización, la habilitación de acuerdos por productividad y el blanqueo.
También avanzarán en el indulto a empresarios que cuenten con trabajadores no registrados. Para evitar conflictividad social, la idea es avanzar con esta reforma “en cuotas”, evitando así un escenario similar al de diciembre de 2017 con la Reforma Previsional.
En las últimas horas, también el macrismo reactivó el discurso punitivista, algo siempre latente en estos años de Cambiemos. Bajar la edad de imputabilidad a los 15 años para adolescentes que cometan delitos graves (homicidios, violaciones, lesiones gravísimas, secuestros extorsivos y robos con armas de fuego), es el proyecto que estaría listo para ir al Congreso en el mes de febrero. Se trata de un anhelo de la ministra de seguridad de la Nación, Patricia Bullrich.
Mientras tanto, el presidente Macri descansa en Villa La Angostura, hasta la próxima semana, en principio. Hay otros mecanismos que no descansan y la derecha expone desinhibida su matriz idelógica. El plan de Cambiemos avanza: ajuste, flexibilización, exclusión y mano dura. Primero el orden, después el progreso (para unos pocos).

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