
Por Luis “Cacha” Gambino |
A quienes llevamos más de cincuenta años de cancha, lo que sucedió ayer en La Plata nos interpela pero no nos sorprende.
Lo de anoche evidentemente se circunscribe en una interna dentro de la Bonaerense. La designación del comisario Sebastián Perea al frente de la departamental La Plata sería la punta del ovillo. El fútbol, el ascenso especialmente, no ve con sorpresa el accionar de una fuerza que permanentemente violenta a quienes asistimos a los espectáculos deportivos.
Objetivamente, los operativos se diagraman para custodiar a una sola hinchada porque bien sabemos que no hay visitantes. Los operativos fracasan, el público siempre hostigado, reprimido, siempre en el último eslabón porque a nadie parce importarle. A más operativos estériles siempre la misma solución: más policías y más represión. ¿A quién le sirve ese escenario?. Por lo menos para considerar el factor económico. Hablando de guita, si hubo sobreventas de entradas, la dirigencia del Lobo tiene que hacerse cargo.
Sin ir más lejos, en julio de este año Joaquin Coronel (17 años) fue asesinado por barras de Alem disfrazados de dirigentes, en connivencia con la Bonaerense. Todavía hay dos prófugos, hijos del presidente de Alem. En esto no se salva ninguna fuerza porque la Policía de la Ciudad no duda en mandar palos a la gente en cada partido de Boca de local. También los Hinchas de Quilmes fueron maltratados desde que llegaron hasta que se fueron por la policía mendocina cuando jugaron por Copa Argentina. La semana pasada en Casanova también hubo provocaciones policiales que terminaron en un desbande.
Por último y volviendo al triste episodio de ayer, con bronca y tristeza tuvimos que escuchar a Berni: “No me gusta el futbol por cosas como estas. En el partido de Los Pumas en Independiente no ocurrió nada”, dijo. Faltó que agregue que en la peregrinación a Luján multitudinaria del último fin de semana no murió nadie. Como profesional de la medicina y como practicante de alpinismo, rescatismo, karate y buceo, el actual ministro de Seguridad bonaerense tal vez podría serle más útil a la sociedad desde esos espacios.
Muchos años de cancha, de visitar lugares, de conocer bien lo que sucede en la previa, durante y post partido. Lo de ayer no sorprende. Hasta el hartazgo vamos a seguir insistiendo que es una deuda de la democracia discutir seriamente el rol de las fuerzas de seguridad. Lo de ayer es solo una muestra y hoy nos retorcemos de indignación porque sucedió con los reflectores de todos los medios masivos. Ojalá la muerte de Cesar Gustavo Regueiro haya sido el punto final a toda esta mugre.

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