02 octubre, 2023

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Huérfano dentro de la orfandad colectiva

Huérfano dentro de la orfandad colectiva

Por Hugo Elías | 

Se nos fue Hebe con ese golpe sorpresivo tan de ella. Nos enseñó, con sus hermanas de desgracia, a ser valientes, a enfrentar al poder, mas allá del peligro de los asesinos que deambulaban en las calles argentinas.

La primer marcha fue el 30 de Abril de 1977, al día siguiente, el 1° de mayo nació nuestro primer hijo. Escapados de Rosario, con seis compañeros asesinados en venganza por mi fuga de la jefatura, tuvimos con mi compañera la alegría de ser padres y esconder el terror debajo de ese chiquilín resistente.

Las madres fueron el faro de que algo se podía hacer, que podíamos resistir, el miedo era superado en esa ronda de los jueves, ni secuestrando y asesinando a sus propias compañeras lograron detenerlas.

La represión asesina no paraba, los hijos desaparecidos aumentaban, las muertes también, las rondas de la Madres de la Plaza de Mayo crecían en cantidad de lugares y de madres.

Es inconmensurable describir la epopeya de Hebe, no hay palabras que contengan semejante faro de políticas revolucionarias desde el llano del dolor propio hacia la búsqueda de calmar el dolor del otro sin nombre, del pueblo agredido por la pobreza y los dolores de no existir en los programas de los que mandan.

Por eso tengo una foto con ella en la Masión Seré, por eso busco como chofer a Norita para ir a la ronda del Hospital Posadas, por eso me senté junto a Taty Almeida en el teatro de la Ex ESMA, porque son también mis madres, porque me enseñaron a vivir de nuevo, después de la muerte cercana.

No puedo olvidar mi sostén de vida, madre de nuestros hijos y valiente para perseguir la vida en tiempos de la muerte.

Perdonen lo autorreferencial pero me es inevitable, hoy no me importa ni Millman, ni la mínima corte, ni Massa, ni Alberto, ni Cristina, solo me importa como está parada Hebe frente a ellos por nombrar a algunos.

La Plaza se llenó, Gracias Hebe, la orfandad presente, colectiva y personal, constitutiva de una militancia de actuales viejos como sus hijos desaparecidos y de una juventud de nietos orgullosos de sus padres y de esta madraza que se fue, pero seguirá estando.

Nunca le temió a la palabra revolución, defendió y atacó a quien se lo merecía, su presencia era enorme como su palabra a los gritos que provenían de su desesperación ante la injusticia. Nunca se fijó en las posibles consecuencias de sus posiciones políticas, las exponía. Pertenecía a una organización política, Madres de Plaza de Mayo, y defendía la política como una actitud superior de pensar y amar al otro.

Ya se la extraña, pero la quiero guardar viva en su accionar por el otro, soy un huérfano que vive porque ella les gritó a los milicos “¡Dónde están hijos de la gran puta!”, el amor al otro sigue siendo revolucionario. Ni un niño sin comida, sin escuela, sin juguetes, sin golosinas, era lo que Hebe quería. Si había que mover montañas, acusar a los responsables, se lo hacía en voz alta, esa era Hebe.  Aprendamos y copiemos.

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