
Por Hugo Elías |
No sé cómo Mariano Spina, secretario de la UGC de Villa Sarmiento en 2015, supo que en esa casa vivió María Elena Walsh. A tres cuadras de mi casa o menos, pregunté a los vecinos más veteranos y me hablaron de una familia de armenios o árabes que tenían un taller de guardapolvos.
Buena gente, el dueño todos los años les regalaba guardapolvos a los chicos de la villa de atrás del Hospital Posadas. Pero la investigación confirmaba, a través de otros vecinos, que antes ahí vivió María Elena.
El tipo me entusiasmó, había que comprar la casa a través del Municipio, que lo iba a charlar con Lucas Ghi, nuestro Intendente y que este le dijera a la ministra de Cultura de ese entonces, principios de 2015, Teresa Parodi, que apoye la jugada. Se nos ocurrió juntar firmas en el vecindario para apoyar la compra de la casa y ahí empezamos a caminar Villa Sarmiento con la ilusión de comprar la casa María Elena y transformarla en un centro de cultura nacional desde nuestro barrio.
La casa estaba casi abandonada, desde un costado perdía agua algún caño desde siempre que cruzaba la vereda de Tres de Febrero. Pero estaba habitada, tocamos el timbre con Mariano varias veces, pero no atendían hasta que un día una chica flaquita, joven, alegre, nos atendió y le contamos nuestra ilusión de comprar esa casa donde vivió una de nuestras artistas más queridas y admiradas. Ella también era artista, pintaba y hacía alhajas artesanales, nos hizo pasar y vimos la casa, o lo que quedaba, estaba casi en ruinas con 2 ambientes, cocina y un baño en condiciones. El resto era un decaimiento edilicio de una vieja casa con galpón al fondo, piezas vacías, un gran patio con un jacarandá que certificaba, “al este y al oeste, llueve, lloverá”, con sus flores celestes, que esa era la casa.
La chica que alquilaba, la artista, nos dio los datos de los que le alquilaban, eran los hijos herederos que vivían en Buenos Aires, Córdoba y EEUU.
Nos dividimos la tarea, Mariano tenía que contactar a los hermanos dueños y yo, mientras tanto, juntaba firmas en el barrio para entregarlas al Concejo Deliberante para peticionar una ordenanza para comenzar el trámite de comprar ese predio histórico.
Nunca olvidaré ese tiempo casi delirante, contarles a los vecinos que allí vivió María Elena y queríamos que el gobierno compre la casa para hacer un centro artístico y cultural. Mientras Mariano hablaba cuando los encontraba, casi nunca, con los hermanos, en Nueva York, Córdoba o Caballito.
Nunca hubo una respuesta unificada de la familia propietaria, a pesar de la insistencia de Mariano, las firmas están en algún lugar de mis papeles, la ilusión se terminó con el triunfo del macrismo en 2015, cambio de gobierno nacional, provincial y municipal. Tristeza, derrota, pero nunca para siempre.
Adiós a tantos proyectos y especialmente a la recuperación de la casa de esa enorme mujer que nació y vivió hasta sus trece años en nuestro barrio.
El lunes pasado, ocho años después, frente a la nueva Casa Museo María Elena Walsh, inaugurada por el Ministro Bauer, por Florencia Saintout del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires y por Lucas Ghi, nuestro intendente, nos abrazamos con Mariano y como siempre nos entendimos con la mirada.
Es difícil que los sueños se cumplan, esta vez se dio y con creces. Ahí andaba Victoria con su sonrisa de actual Directora de la UGC 7 descansando sus ojos en Bernabé y Vera, por uds mamá está feliz, las idas y vueltas valieron la pena, tenemos la casa buscada.
La calle estaba llena de vecinos, el escenario nos regaló unos niños maravillosos cantado canciones de María Elena y también a Teresa Parodi junto a León Gieco, belleza homenajeando a la bella María Elena. El sol invadió el frío invernal y la tarde era una fiesta.
Pero el corazón late fuerte cuando cruzas la puerta de madera y entras a la casa. El espíritu amigo de esa mujer que nos abrazó de chicos, nos consoló y nos enseñó de grandes, que transformó nuestros dolores en esperanza, que nos amó en sus canciones y nos enseñó a amar al otro.
Todo está dentro de la casa maravillosamente restaurada, María Elena está fantasmalmente en cada rincón, en cada mueble, en cada cuadro, en cada personaje entrañable, en cada tristeza y en cada resurrección.
“Porque me duele si me quedo. Pero me muero si me voy. Por todo y a pesar de todo, mi amor yo quiero vivir en vos”. Hoy, desde nuestro barrio, desde esta casa, el mundo es mejor.

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