Por Florencia Alarcón * |
Desplegaron la bandera, sacaron los carteles y empezaron a marchar. No solo su madre, también sus hermanas y sus amigos. Irónicamente un patrullero los escoltaba.
El sol agobia, cortan la calle. Algunos automovilistas miraban con cara de pocos amigos. Otros simplemente observaban a un grupo de personas caminando y portando carteles, fotos, de un pibe más para ellos. No para los que marchaban. Nico, se leía por doquier. Nico en carteles, Nico en fotos, Nico presente.
Todos marchaban en silencio, mirándose, acompañando y sosteniendo sus carteles. A paso lento pero convencidos de lo que hacían. Seguían marchando hasta otro punto de encuentro, el lugar donde Nico fue baleado (Bartolomé Solom y Puerto Argentino, González Catán), y allí todo cambio. El color irrumpió de repente, carteles y niños por todos lados, familias, madres, nenas y nenes. Bebes en sus cochecitos. Y más pibes, esos pibes parecidos a Nico, laburantes, con camisetas de futbol y otros con gorras. Esos pibes que hoy están tan expuestos como lo estuvo Nico. Esa bala atravesó más de un corazón y se nota.

Un barrio con calles de tierras, es de repente tomado, recorrido por los vecinos del barrio Villa del Carmen, tu vecina, el padre de aquel, y el conocido de otro. Se marcha en tranquilidad. Despacio con ritmos pausados. En silencio. Ese silencio que solo se siente cuando hay dolor e indignación. Ese silencio que solo entienden aquellos a los que le destruyeron la vida. Pero es el dolor ese motor por el que se marcha. Nadie quiere que exista otro Nico más en el barrio. Ni uno más, como le paso a Facundo Gómez, otro pibe que mataron y a nadie le importó. El patrullero jamás abandona a las familias que decidieron marchar. Son pibes, pibas, señoras y señores, quienes decidieron ir a reclamar y ejercer su derecho ciudadano, ser cuidados y andar tranquilos por el barrio. A pesar de ser el tercer cordón del conurbano todo transita en paz, son gente de trabajo, como cualquiera que resida en Capital Federal, solo que no llegan estos reclamos. Por eso la gente del barrio, el vecino, el amigo, la amiga, y todxs salieron por Nico, a reclamarle al comisario por los pibes que matan. Y muchas cosas más. Se firma un petitorio. Ojalá lo cumplan. No quedan dudas que el barrio va volver a marchar, a pesar del calor, el dolor y la bronca. Porque esa bala mató más de un corazón. Y eso se siente. Al barrio le va faltar Nico.
* Florencia es prima de Nicolás Godoy y gentilmente escribió estas líneas para El Cactus.